Es increíble cómo pasa el tiempo de rápido, me parece que fue ayer cuando escribía J’ai promis y pensaba en aprovechar estos dos meses sin trabajar para hacer muchas cosas: buscar un empleo que complemente o mejore el actual, hacer ejercicios, calendarizar las publicaciones del blog, escribir historias y recetas, hacer fotos y editarlas, hacer videos, reorganizar los armarios de casa para optimizar los espacios, hacer limpieza profunda, quedar con mi familia y todos mis amigos, tomar sol, descansar. Sin embargo, a finales de julio me encontraba agobiada y sentía que no estaba avanzando en todo lo que me había propuesto. Descubrí que no había tomado unos minutos para distribuir el horario entre lo que quería hacer y lo que cada día exige por sí mismo (comprar la comida, hacerla y comerla, poner lavadora, tender y recoger, dormir)… Estaba DESORGANIZADA!
¿Os ha pasado?
Me senté a organizar mis propuestas de «cosas por hacer» para este verano y comprobé que para realizar todo tenía que rellenar cada milésima de segundo de mi día a día con actividades. Eso me paralizó un par de días porque desde que vivo en España, siento que el verano es un momento valioso para disfrutar de poder salir a la calle sin tantas capas (camisa cuello alto, jersey, abrigo) y todo el aparataje (paraguas, botas, bufanda) que se necesita para sobrellevar el otoño-invierno. Al tercer día, cuando la vista desde mi ventana no paraba de mostrarme nubes y lluvia (si, a mi ciudad solo llegó una pizca de los calores extremos que vivió todo el país) me di cuenta que ese discurso de disfrutar del verano, era mi tabla de salvación para excusarme por mi falta de compromiso y dedicación en mis metas. Obviamente no fue una conclusión fácil de digerir, porque ponerse «bajo los focos» y reconocer que la única traba para avanzar soy yo misma, no resulta agradable. ¿A qué no?
Por supuesto, mientras yo me agobiaba y reflexionaba, el tiempo transcurrió y ya estábamos a mediados de agosto con las vacaciones a la vuelta de la esquina. Decidí darle una vuelta a todo lo que me había propuesto para enmarcarlo en una organización que me permitiera establecer plazos de actuación, sin cerrar del todo la agenda para dejar sitio a la espontaneidad y naturalidad con la que me gusta hacer las cosas. Apuntando en mi libreta y agenda, comprendí que para cumplir mis metas necesito formación para ampliar mis conocimientos en las áreas que favorezcan mi desarrollo profesional y la mejora en mi pasión por la escritura; así como permitirme delegar actividades y pedir colaboración cuando vea que no doy hecho (la verdad me cuestan mucho estas dos últimas, pero es un propósito que me voy a cumplir si o si).
Luego de tantas vueltas, logré sentirme preparada para disfrutar realmente de mi tiempo libre y de mis vacaciones.
Nota mental: Me encanta no tener ninguna foto sola de estas vacaciones, porque son la confirmación de la recarga de buena vibra que traje conmigo!
A la vuelta, con las pilas súper recargadas, empecé a realizar las actividades propuestas y sinceramente me alegra comprobar que si organizo mi agenda, el tiempo rinde para hacer y disfrutar desde lo más cotidiano hasta las aventuras más increíbles. Sin esperar a que vuelvan las vacaciones.
Si os parece agobiante volver a la rutina: laboral, emocional, cotidiana, etc; quizás no estáis en el lugar correcto, así que: MOVEOS y buscar otro trabajo, aprender algo nuevo, cambiar algo en casa, etc. ¿No podéis? (creo que siempre se puede, porque no somos arboles con raíces inamovibles) pues sentaros un momento y apuntar en vuestra agenda alguna actividad que os haga ilusión: bailar, cantar, correr, leer, tomar un café, etc. Si no encaja ninguna porque tenéis mucho que hacer, volver a intentarlo, darle una vuelta a vuestras rutinas y buscar ese tiempo en el que os sintáis a gusto con vuestras vidas.
¡Bienvenidos a septiembre! ¡Bienvenidos a todo lo bueno que nos traiga este nuevo curso!
Historia escrita en el año 2017
AdrIsa 😘
