Sinceramente no encuentro las palabras para describiros lo mucho que echaba de menos sentarme a escribir una #NuevaHistoria para el blog, pero he estado conectada plenamente con nuevas actividades que requerían mi atención.
Afortunadamente las musas siempre me han acompañado y por eso me siento nuevamente a escribir, pero antes de adentrarme en la historia de hoy, quiero contaros qué he estado haciendo desde noviembre; así que ir a por vuestra bebida favorita y un tentempié porque estaremos juntos un buen ratillo.
Voluntariado
Para empezar, os contaré sobre un voluntariado muy bonito que estoy haciendo, llamado Tu Historia De Verdad Importa (THDVI), que consta de dos partes:
- La primera parte, que ya realicé, consistió en reunirme durante 6 meses con una preciosa mujer de 90 años, para que me contase la historia de su vida y luego escribir su biografía en un libro. Sin embargo, gracias a su buena disposición y esmero al escribir toda su vida, lo único que tuve que hacer fue transcribir y editar sus palabras poniéndole el sentimiento, las sensaciones, los olores, los colores; con los que ella me contó cada una de sus experiencias.
- La segunda parte, que está siendo incluso más bonita que la primera, consiste en seguir reuniéndonos unos meses más hasta que sea la ceremonia de entrega de libros; para conversar sobre cualquier tema que se nos ocurra e incluso hacer diferentes actividades: puzles, bingo, baile, etc.
Cada reunión con Amparo es súper enriquecedora, porque lloramos y reímos por igual, estrechando nuestra relación y aprendiendo la una de la otra.
Es un voluntariado precioso, y aun lo es más porque mi madre y una de mis hermanas también participan de THDVI; así que de igual manera colaboré con ellas en la primera parte, dándole forma a todas las experiencias de esas otras dos personas maravillosas, para plasmarlas en sus respectivos libros; y ahora disfruto de la segunda parte compartiendo risas junto a Argentina y Antonio, los protagonistas a los que mi madre y hermana les escribieron sus biografías.
Os voy a dejar con un vídeo que nos hicieron en la sesión de fotos para la contraportada de los libros 😉
Sinceramente creo ser voluntario es muy gratificante, porque al dar siempre obtenemos más cosas de las que damos.
La voluntad es lo que nos mueve y con ella logramos obtener lo mejor de cada situación
Cursos
Continuando con las otras cosas que hice mientras estuve ausente por las redes, os cuento que realicé varios cursos para formarme en nuevas áreas que me enriquezcan tanto a nivel personal como profesional.
El primer curso que realicé era de Formador Online, francamente no me llegó en el mejor momento porque coincidió con los meses de diciembre y enero en los que estuve a tope con THDVI. Sin embargo como era subvencionado (gratuito) y online, no quise desperdiciar la oportunidad y con agenda en mano pude organizar el tiempo a mi manera para encajar como un puzle cada actividad y además dejar espacio para disfrutar de las festividades navideñas y de las cosas que pudieran surgir en el día a día.
Los contenidos trabajados y las actividades prácticas realizadas a lo largo del curso, me resultaron muy interesantes y a la vez útiles para ampliar mis conocimientos como educadora que trabaja fuera de un aula convencional.
Al finalizar el curso, me indicaron que aun me quedaban unas horas subvencionadas, así que me sugirieron otros cursos y decidí hacer el de Selección de Personal. También me resultó interesante y útil no solo para buscar empleo sino también para conocer las nuevas maneras en las que las empresas reclutan personal valiéndose de internet.
Os dejo el enlace la página web donde realicé éstos cursos, por si os interesa: https://www.adams.es/
Los siguientes cursos que realicé los encontré en una página que me sugirió mi padre, para que estuviese actualizada con las nuevas tendencias sobre educación con relación a la era digital en la que vivimos.
Todos los contenidos de los cursos que realicé: Educar en la era digital, Competencias digitales docentes, Gestión del tiempo, Entornos personales de aprendizaje; me resultaron muy atractivos ya que creo en la importancia de conocer cómo hacer de las nuevas tecnologías un aliado de la educación en mi labor como educadora, como adulto significativo para los niños con los que interactúo y como futura madre.
Os recomiendo echar un vistazo por la web, ya que seguro encontrareis algún curso que os llame la atención para estar actualizados, sobre todo si interactuáis con niños habitualmente (como padres, maestros, monitores, tíos, padrinos, etc.). Yo cada vez que entro me apunto en un curso nuevo jejeje.
https://conectaempleo-formacion.fundaciontelefonica.com/competencias-para-educadores
Además del voluntariado y los cursos, estuve sacando ratitos para ver si termino el libro «Morder la manzana» que empecé a leer ya no me acuerdo cuándo; porque me prometí no leer todos los otros libros que tengo pendientes para devorar, hasta que no acabe este.
También aproveche cada rayito de sol con calor que nos trajo este #Invierno para salir a pasear con mi marido, porque nuestro cuerpo agradece enormemente la vitamina D y porque la vida es mucho más si disfrutamos de los #PequeñosPlaceres.
Así mismo saqué tiempo para ir aumentando los períodos de mis meditaciones diarias; he pasado de 3 minutos a ¡20 minutos!. Me siento genial, aunque hay días que los 3 minutos ya son todo un logro, pero igual los agradezco porque mi cuerpo y mente lo notan y así funciono muchísimo mejor en cada una de mis interacciones.
Y por supuesto, como cualquiera de vosotros, también pasé mis días tristes por diversas situaciones que ocurrieron: despedidas para siempre aunque siguen en mi corazón, adversidades en mi país de origen Venezuela porque duele ver lo absurdo de ese régimen destructivo y otras circunstancias que me reservo para mí pero que igual me hicieron dudar acerca de mi resiliencia y pusieron a prueba mi creatividad y las ganas de hacer alguna cosa habitual o nueva… Por suerte, cuento con una red de #FamiliAmigos preciosa que conociendo esas situaciones o no, estuvieron allí para recordarme que la vida siempre #SigueAdelante y la #Ilusión con la que afrontemos incluso nuestras oscuridades nos permite encontrar la luz y volver a recuperar las fuerzas para continuar obteniendo #MásYMejor del maravilloso regalo que es la #Vida.
La #NuevaHistoria «Los estándares…»
La foto de esta historia la hice bajo un cielo azul precioso de Madrid y con mi pelo secado al natural. A ninguna de las personas con las que me crucé se les ocurrió decirme que estaba despeinada.
Sin embargo cuando volví a mi ciudad probé usar nuevamente ese look tan fácil y cómodo para mí, pero las personas que me conocen y siempre me han visto con el pelo recogido o secado con secador, me dijeron que estaba algo despeinada.
Quizás la culpa es mía por haber creado como estándar de arreglada los dos peinados que antes mencioné. Reconozco que los dos primeros comentarios me dejaron descolocada y respondí que no había tenido tiempo de peinarme, pero los siguientes hicieron sonar en mi cabeza, en modo bucle, la canción «A quién le importa» https://www.youtube.com/watch?v=XX_hWpPnd3I y logré responder con aplomo que así es mi pelo y #MEncanta.
Los que lleváis tiempo leyéndome, sabréis que este hecho no me dejo indiferente, por lo que empecé a reflexionar y apunté en mi libreta lo que os vengo a contar hoy.
Recuerdo que hace muchos años, siempre escuchaba que debía tener un objetivo claro y perseguirlo, lo cual apliqué a la perfección durante mi etapa académica en el colegio/instituto/universidad.
No obstante, cuando salí del mundo de ir a clases, estudiar y aprobar. Empecé a notar cómo me iba sumergiendo en una serie de actividades que me conducían por un camino que parecía haber elegido:
- Acabar la carrera con buenas calificaciones
- Encontrar un trabajo estable
- Ahorrar para comprar un piso y viajar
- Buscar un máster con el que pudiera ampliar mis conocimientos y así ampliar el campo de trabajo para poder ganar más dinero
- Salir y conocer gente, para así encontrar un novio, casarme y tener hijos; preferiblemente antes de los 28 años.
Por supuesto, contenta con «mis decisiones» me puse a perseguir «mis objetivos», pero cuando ya había conseguido los 4 objetivos con tan solo 24 años y estaba dispuesta a centrar mis energías en el objetivo 5; mi familia y yo decidimos emigrar. Todos los objetivos cambiaron abruptamente; sobre todo porque lo que había conseguido hasta el momento poco importaba en la nueva realidad que iba a vivir y que desconocía por completo.
Obviamente la adaptación llevó su tiempo, pero logré recalibrar «mis objetivos» y descubrir los estándares del nuevo país, entre los que no estaba como prioridad formar una familia con 28 años ya que lo importante es crecer profesionalmente, tener mucho dinero, viajar y luego ya se verá.
Tengo que reconocer que romper con los estándares con los que había convivido en mi país de origen durante 24 años fue complicado, pero me «adapté» a los nuevos y seguí en modo piloto automático haciendo lo que todo el mundo aceptaba socialmente.Todo, menos opositar, ya que sentía que esa carrera de fondo no era para mí.
Los años transcurrieron sin más, hasta que en algún punto de mi historia, quizás al cumplir 30 años, decidí desperezarme y apagar el piloto automático para empezar a conducir mi vida escuchando lo que realmente quería más allá de los estándares establecidos y aceptados en la sociedad.
Creedme cuando os digo que si los estándares que nos imponen son como un yunque de 100 kg. sobre el cuello; los estándares que me establecí alcanzar fueron mucho más pesados y complicados de conseguir en su totalidad; pero centré todas mis energías en ello porque «pensaba» (lo pongo entre comillas porque en realidad es otra vez un pensamiento que estaba impuesto por la sociedad) que si no perseguía un objetivo determinado y si no establecía una carrera de fondo alucinante estaba perdiendo mi tiempo y por ende mi vida.
¿Os habéis sentido así alguna vez?
Afortunadamente, como ya os he dicho en varias ocasiones, la vida siempre nos habla y si no hacemos mucho caso, nos da un toque de atención que no nos gusta para que valoremos lo verdaderamente importante … Una tarde de domingo recibí la noticia que nunca imaginé y que recolocó mis estándares en un solo peldaño: VIVIR PLENAMENTE FELIZ.
La muerte de uno de mis tíos (os lo conté en la historia «En el mismo tren»), el más contemporáneo conmigo porque recuerdo estar sentados juntos haciendo deberes, yo de primaria y el de instituto; además de entristecerme sobremanera y hacerme sentir una gran impotencia, me hizo pensar en lo vulnerables que somos y que el disfrutar de los detalles mágicos/especiales/únicos que ocurren cada día, no son pérdidas de tiempo que me alejan de mi objetivo, ya que más bien son esos momentos el verdadero objetivo: No perderme de las maravillas de cada día y agradecer, porque la vida se nos escapa y no hay estándar que merezca la pena tanto como VIVIR DE VERDAD EN EL AQUÍ Y AHORA.
Desde entonces, no espero ninguna tragedia para saber que la vida se disfruta Aquí y Ahora con todos sus matices, dándole a cada situación diaria su importancia, atención y acción; con la finalidad de estar siempre mejor en los diversos ámbitos de mi vida y conseguir envejecer sana mental, física, espiritual y emocionalmente hasta los 98 años. Sí, esa es mi verdadera carrera de fondo.
Todo lo que os he contado hasta ahora ha sido mi experiencia con los estándares que he establecido para mí y de cómo ser más amable conmigo, pero ¿qué me decís de los estándares que establecemos en nuestras interacciones?
Generalmente cuando establecemos estándares para con nosotros mismos, solemos actuar en consecuencia y sin darnos mucha cuenta esperamos que nuestro entorno asimile como óptimo lo que hacemos; pero la realidad es que cada cual está en su proceso y no necesariamente tienen que aplaudirnos o estar de acuerdo con lo que hacemos.
Es entonces cuando surgen las discusiones en las que cada cual quiere hacer valer su postura (estándar), cuestionando lo que hace el otro, para ver si alguno al final desiste de lo que ha establecido como forma de vivir, reconociendo que está «equivocado» y debe cambiar. ¡Ojo! que las discusiones constructivas son buenas, porque nos hacen reflexionar e incluso nos pueden hacer ver que de verdad necesitamos un cambio que nos hará mejorar en determinado aspecto de la vida o incluso en todos; pero cuestionar constantemente los cambios de estándares que hacen los otros es cansino para ambas partes y convierte la relación en tóxica.
Por tanto, conversar sobre nuestros estándares o estilos de vida está muy bien, siempre y cuando seamos nobles entre nosotros y no busquemos el fallo para juzgar la manera en la que cada cual quiere vivir.
Y antes de terminar, tengo que decir que opinar sobre cómo deciden vivir otros, sólo es válido si nos preguntan.Os pondré un ejemplo con una pregunta que quizás yo haría: ¿crees que debería opositar?. Pongo este ejemplo, porque mucha gente me repite que siendo educadora eso es lo que debería hacer, pero resulta que ni yo les he preguntado ni tampoco ellos me han preguntado si eso es lo que yo quiero hacer con mi vida.
Así que si nadie pregunta y queremos conversar acerca del estilo de vida de alguien creo que la manera más asertiva de entablar la conversación sería: ¿te sientes bien? Poned en los puntos suspensivos lo que se os ocurra: haciendo dieta, corriendo, en ese trabajo, con esa pareja, siendo vegana, viajando, casada, soltera, con hijos, sin hijos, , escribiendo. Y en función de la respuesta, podréis conversar pero sin que lo que digan os siente mal o intentando acorralar para que justifique porque sigue ese estándar de vida.
Obviamente no es tan sencillo como suena, pero por intentarlo que no quede ¿Os parece?
Y hasta aquí la historia-reflexión de hoy.
Espero leer vuestros comentarios/opiniones acerca de si os habéis puesto a reflexionar alguna vez sobre los estándares que os ponéis y que quizás os estén frenando para descubrir cosas alucinantes, nuevas y buenas para vuestra vida o no.
Historia escrita en el año 2019
AdrIsa 😘
