Quizás al leer el título, pudierais pensar que hablaré de algún encuentro con un italiano. Sin embargo, esta frase viene de una mujer muy especial, así que es ella la protagonista de mi historia de hoy.
Thanks es gracias en italiano 😉
Es una mujer de tez blanca, pelo marrón oscuro, ojos color miel con mirada llena de vida, sobre todo cuando sonríe. De niña vivió en una pequeña villa de la muy noble y leal ciudad de una comunidad de España; y cuando tenía 16 años se marchó en barco a un país diferente cargada de sueños e ilusiones.
En ese nuevo país, conoció a un hombre maravilloso con el que tuvo 3 hijos preciosos. Hacer de todo un poco sin perder el talante y la alegría para sacar a sus peques adelante, cuando una grave enfermedad se llevó a su compañero, fue su cometido sin descanso.
Cuando su hijo mayor tenía 23 años, le presentó a una mujer que en un principio no le resultó muy agradable porque era mayor que él, estaba divorciada y tenía una hija. Tras varias visitas y comprobar que lo que les unía era un amor bonito, decidió conocer a esa pequeña que con los años se colaría en un rinconcito de su corazón y la llamaría nieta.
Los primeros años de nuestra relación los recuerdo acompañados de meriendas con cafecito y quesillo (un postre típico venezolano); y muchas tardes en las que jugaba conmigo a la peluquera haciéndome peinados muy originales. Cuando llegué a mi adolescencia, las meriendas y juegos se convirtieron en tardes de cuidados y mimos con mis hermanas y primos; las risas eran el plato fuerte junto con las travesuras de los más peques de la casa.
Al llegar a mi juventud, empezamos a ir al mercado juntas e incluso me enseño algún secreto culinario de la comida española y de su rico quesillo. Aunque la verdad, me quedaba tan embelesada viéndola cocinar con ese arte especial, que lo único que se mantiene en mi memoria es el amor y dedicación con el que siempre cocina. Creo que esos son los ingredientes más importantes para que todo sepa y salga genial.
En el momento en que su hijo, mi padre, decidió junto con mi madre, marchar con nuestros sueños a un país diferente; ella y yo nos abrazamos muy fuerte y prometimos volver a vernos prontito. Y así lo hicimos hace unos años cuando vino a visitarnos; la emoción de abrazarla y tenerla en casa al volver del trabajo, es casi indescriptible… De nuestro reencuentro me ha quedado un chiste que nos decía mucho:
– Abuela: A ver, mis nietos hablan idiomas, pero a que no saben lo que significa Thanks??
– Niet@s: No abuela, dinos lo que significa
– Abuela: Thanks es gracias en Italiano
– Niet@s: No abuela, es en ingles
– Abuela: Thanks es gracias en Italiano, porque lo digo yo.
– Niet@s y Abuela: Risas sin parar…
Como todos los chistes, sin el tono de voz y el contexto, pierde su gracia, sin embargo es un recuerdo de su sonrisa y carcajada que me llenan de alegría. Desde entonces, mi abuela y yo hablamos por teléfono de vez en cuando, porque ya no escucha muy bien; aunque el chiste del Thanks siempre nos hace reír y ya se nos olvida ese detalle y la distancia. Gracias abuelita por todo, recuerda que nos vemos en otra visita.
Te quiero mucho abuelita
Historia escrita en el año 2016
AdrIsa 😘