Un día de agosto, mientras esperaba el bus para hacer unos recados, estaba escuchando la canción de jarabe de palo.

¡Qué bueno, qué bueno!
De repente una señora se puso a fumar en la parada. La verdad es que no me gusta el humo del tabaco, así que me salí de la marquesina. Al rato, siento que me tocan el hombro. Era la señora. Me dice: «Entra tu, me pongo yo fuera que el viento va hacia donde estas y soy quien quiere fumar».
La señora no tiene porqué saber que no me gusta el humo. No tiene porque tener ese gesto ya que es tan libre como yo de elegir qué hacer en la parada. Pero lo ha hecho y me ha dejado sin palabras. Sólo atine a decirle «no se preocupe». Olvidé la palabra más importante: GRACIAS!
¡Qué bueno! encontrar personas que piensan en los demás. Por pensar en mi, por ver más allá de sí misma. GRACIAS por tan especial detalle!
Mientras iba en el bus, pensaba en todos los pequeños detalles que recibo cada día, de personas que conozco y de personas desconocidas; que generalmente no agradezco porque asumo como normales o voy con prisas pensando que en otro momento ya se lo agradeceré. La verdad es que tengo que dejar de excusarme y agradecer siempre que pueda, porque ese también es un detalle que seguramente le alegrará el día a alguien y le motivará a continuar haciendo cosas buenas en pro de los demás. Antes de bajar del bus, busqué a la señora, le desee buen día y le dije: ¡GRACIAS!
Contadme ¿Cuántos detalles buenos tenéis con gente conocida o desconocida cada día?
Historia escrita en el año 2017
AdrIsa 😘